- Por: Juan Antonio de Labra / Foto: Sergio Hidalgo
Desde hace varios meses Fabián Barba enseñó una mentalización especial, y así fue como afrontó la frustrada Feria de Aguascalientes, su tierra, con la misma determinación y carácter que hoy lo llevó a conquistar el triunfo en el coso de Insurgentes.
Y no fue fácil porque todavía sin romper en el cuarto, y debido a sus fallos con el acero, parecía como si la desesperanza fuera a invadirlo por completo, más aún cuando ya había ido al palco de la empresa para buscar el toro de regalo que, en un principio, había sido denegado.
De pronto, cuando Morenito de Aranda comenzaba la faena al sexto, Barba hizo la solicitud a la autoridad y así fue como anunció el obsequio, un toro jabonero sucio que se había quedado como primer reserva porque era alto de agujas, y desentonaba con lo corto de manos y armoniosos (con excepción del quinto) que eran casi todos los toros del encierro.
La suerte le tenía deparado a Fabián un toro de calidad, que embistió con alegría desde el mismo momento en que apareció sobre la arena para acudir al cite en una arriesgada larga cambiada a porta gayola que el torero de Aguascalientes ejecutó con mucha limpieza.
Después hubo otra larga cambiada cerca de tablas, segundo emblema de valor y raza, de determinación absoluta que se prolongó con las chicuelinas con las que llevó el toro al caballo, y el quite.
El ambiente estaba caldeado cuando el toro se estrelló en el burladero de matadores y se fracturó el pitón por la cepa, posiblemente con una fractura de cráneo que se hizo evidente cuando empezó a sangrar por el ollar derecho.
Afortunadamente no se le cayó el cuerno a "Mezquitero", que era su nombre, y a pesar de tan fuerte lesión, el de Santa María de Xalpa terminó embistiendo con celo y franqueza a la muleta de Fabián, que estuvo tan centrado como torero, en otra faena a la que dio estructura, pausa e importancia, tal y como había estado con los dos toros de su lote.
La gente estaba ávida de celebrar un nuevo triunfo de un torero mexicano, como otros muy significativos que ha habido a lo largo de la temporada, y lo alentó hasta el instante de la estocada, en la que se fue derecho tras de la espada, que quedó un tanto tendenciosa, aunque causó los efectos deseados.
El público exigió a gritos que se le concediera la segunda oreja a Barba, y el merecido arrasgtre lento al toro, para que aquella corrida de clima gélido y ambiente húmedo terminara felizamente, con la salida a hombros de un torero que se hizo acompañar del ganadero Benigno Pérez Lizaur.
Y es que el encierro dio buen juego en su conjunto, pues salvo el toro que abrió plaza, primoero del lote de Fabián, hubo otros con un buen nivel de toreabilidad como el tercero al que Morenito cortó una oreja después de una faena entonada, con pasajes de firmeza y asentamiento de plantas, ante un toro que no era fácil por enrazado y al que había que hacerle todas las cosas con seguridad.
Es verdad que el apéndice concedido por el juez Ricardo Balderas -que regresaba al palco de la autoridad tras el incidente de hace meses- no convenció a todos los presentes, pero resulta innegable que el burgalés aprovechó este "regalito de Reyes" (su vuelta a la México en menos de una semana, y sin haber triunfado con anterioridad) para mostrar su toreo.
Y lo hizo afanosamente hasta que se sintió mucho más en el sexto, un toro flojito pero noble al que toreó con templanza y desgranando detalles interesantes. Y aquí sí que le hubiera valido la pena cortar la oreja para redondear un triunfo más amplio y justificar plenamente su incursión en esta corrida.
De su solvente actuación cabe destacar el saludo capotero a dicho ejemplar, así como el mecido quite por verónicas que, como ha quedado asentado, fueron algunos de los detalles de mayor calado.
Miguelete pasó de puntillas en una tarde donde el público le exigió mayores resultados delante de un lote potable con el que no estuvo a la altura de las circunstancias.
Ficha
Novena corrida de la Temporada Grande. Unas 3 mil personas en tarde fría, con ligera llovizna antes de que comenzara la función. Siete toros de Santa María de Xalpa, muy en tipo, reunidos, enmorillados y armoniosos en su conjunto; serios por delante y de buen juego en general, salvo el 1o. que fue complicado. Destacaron el 3o. y 7o. (toro de regalo) por su calidad, premiados con arrastre lento. Pesos: 486, 482, 485, 481, 500, 478 y 510 kilos. Fabián Barba (azul marino y oro): Silencio, ovación y dos orejas en el de regalo. Miguel Ortas "Miguelete" (buganvilia y oro): Pitos en su lote. Morenito de Aranda (lila y plata con remates negros): Oreja con protestas y ovación. Sobresalieron en banderillas Gustavo Campos y Alejandro Prado, que saludaron. Al final del festejo Barba salió a hombros con el ganadero Benigno Pérez Lizaur.
MundotoroMéxico
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