11 de agosto de 1934
IGNACIO SÁNCHEZ MEJÍAS
Hoy a pesar de haber transcurrido 76 años de la trágica cornada que le infirió el Toro de Ayala de nombre “Granadino” en la Plaza de Manzanares, lo recordamos no sólo por su arrogante valor en su oficio taurómaco, sino también por su inteligencia y gran cultura en el mundo de las letras.
El matador Ignacio Sánchez Mejías nació en Sevilla el 6 de junio de 1891, miembro de una familia distinguida y con una economía más que decorosa. Su padre un respetable médico, lo quiso dedicar a su profesión, pero el chaval ya tenía decidido a lo que se iba a dedicar.
Por la prohibición familiar a la tauromaquia abandona los estudios en la Facultad de Medicina y en compañía de Enrique Ortega “El cuco”, se embarcan de polizones en Cádiz hacia México, en el barco Manuel Calvo. Descubiertos en la travesía las autoridades del puerto les prohíben desembarcar. Ignacio ante esta dificultad acude a su hermano Aurelio que se hallaba establecido en México y con su aval logran trasladarse a Veracruz.
El empresario Ramón López constructor de la primera Plaza México ubicada en la entonces calzada de la Piedad , hoy Avenida Cuauhtemoc le dio su primera oportunidad vestido de luces como banderillero, en esa modalidad y algunas veces de novillero, toreó en su Plaza. Como su situación no era muy halagüeña regresa a España en la cuadrilla de Fermín Muñoz “Corchaíto” y con él torea con más frecuencia y profesionalismo. De esta manera va tomando oficio y experiencia y se decide debutar como novillero en Madrid haciendo buenas campañas en las principales plazas.
Contrajo nupcias con la hermana menor de Los Gallos y el 16 de marzo de 1919 su cuñado Joselito le concede la alternativa en Barcelona con el testimonio de Juan Belmonte.
Al año siguiente se la confirma en Madrid igualmente Joselito, con Belmonte y Varelito el 5 de abril de 1920.
Con Joselito alternó aquella tarde de mayo de ese año cuando “Bailaor”, de Ortega le cortó la vida en Talavera de la Reina.
Siendo parte de la familia no se separó del cadáver de su hermano político.
El 3 de julio de 1927 en Pontevedra, en el hotel antes de salir a la plaza les comentó a unos amigos ¿No les parece ridículo que un hombre de mi carácter y mi edad comparezca ante el público con estas medias color de rosa?
Esa tarde anunció una de sus vanas despedidas, para después retomar la acción y en sustitución de Domingo Ortega el 11 de agosto de 1934 en la Plaza de Manzanares recibiera la fatal cornada que le costó la vida el 13 de julio en un sanatorio de Madrid.
Su cadáver fue conducido a Sevilla para ser inhumado en la misma sepultura de Joselito. Sánchez Mejías fue un torero valiente y gran banderillero que aprendió el oficio como subalterno sin el calvario de la novillería en la que estuvo muy poco tiempo, sorprendiendo a la afición como un torero cuajado y hecho.
Paralelamente a la tauromaquia atendía su inclinación a la literatura en la que obtuvo varios reconocimientos como novelista y escritor de varias obras de teatro, como el drama Sin Razón, estrenada en Madrid en 1928 y su comedia Zayas, ambas galardonadas.
Del núcleo de aquella generación del 27, al morir, algunos lloraron su tragedia en versos que han de perpetuar su memoria más que sus fugaces hazañas taurinas, como la Sangre Derramada , que le dedicó su amigo Federico García Lorca y que recordamos con el verso que da inicio:
¡Que no quiero verla!
Dile a la luna que venga,
que no quiero ver la sangre
de Ignacio sobre la arena.
Para mis amigos, de Héctor Budar.
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