03 enero 2011

LECTURA

LA PRIMERA PIEDRA
Me da un poco de miedo estar viviendo una etapa, en España, de prohibiciones. La palabra 'prohibir' la sentimos constantemente
02.01.11 - 00:37 –
  • JUAN CRUZ GASTÓN

Mucho tendrán que cambiar los taurinos.  
El que esté libre de pecado que tire la primera piedra», frase Bíblica que tiene numerosas aplicaciones en la vida cotidiana y, naturalmente, con muchas connotaciones en la fiesta de los toros.
Hemos pasado fechas grandes en el mundo cristiano, el nacimiento del niño Dios, la despedida del año viejo y el estreno del nuevo 2011, que, posiblemente, si no hay milagro, nos deparará más de lo mismo. Que nadie piense que quiero echar balones fuera, no quiero hablar de economía, ni de hambre y miseria, no no, que ya lo cuentan los medios de comunicación de todo el mundo, ya lo escuchamos en la calle cada día, ya. Que no, que de lo que quiero escribir es de la fiesta de los toros, querida y odiada dentro y fuera de nuestras fronteras. Más de lo mismo para este recién estrenado año en su segundo día de andadura.
Al otro lado del Atlántico están celebrando la temporada americana, la que otrora se decía eso de 'atar los perros con longanizas', esas ferias a las que los toreros españoles, las figuras y las menos figuras, tenían sitio de privilegio. En los años cincuenta, sesenta y hasta mediados los setenta, los toreros importantes de nuestra piel de toro se iban a hacer las Américas y se quedaban un tiempo para cumplir sus compromisos. La mayoría venían a pasar las navidades con su familia y después volvían para seguir con sus compromisos, toreros y sociales. En estos tiempos que corren, desde la década pasada, viajan, torean y se vuelven, sencillamente porque las 'longanizas' no están para atar a los perros y los gastos entre corrida y corrida, superan, o casi, los ingresos. Ya no es negocio torear en las Américas, los dólares son menos, en proporción, su valor por corrida, que los de los años cincuenta y sesenta.
La América española sigue contando en el panorama taurino, si bien, políticamente, está padeciendo algo similar a lo de España, a lo de Cataluña. Empiezan los antitaurinos, los que dicen 'amar' a los animales en aquellas tierras, que suena a chiste, cuando una vida humana apenas vale el precio de un cargador de metralleta. Pues también hay gente y políticos que quieren quitar las corridas de toros.
Me da un poco de miedo estar viviendo una etapa, en España, de prohibiciones. La palabra prohibir la sentimos constantemente. Los fumadores nos hemos convertido en apestados de la sociedad. Menos mal que, todavía, ya se andará, nos dejan fumar en las plazas de toros. El espíritu del 68 de París ha muerto como Montesquieu y la separación de poderes. Aquello de prohibido prohibir se ha perdido en el monte del Olvido. El tabaco no es bueno, puede matar lentamente. Los toros bravos no matan, la fiesta de los toros tampoco. Puede gustar o no, como puede gustar una carrera de caballos o de motos o de coches. Si quieres y puedes vas o no vas, que no es obligación, si bien creo que nadie está libre de alguna culpa: que tire la primera piedra el que no tenga pecado alguno.
Muchos aficionados opinarán, yo el primero, que dentro de los estamentos de la fiesta de los toros hay muchos 'pecadores' entre ganaderos, toreros, empresarios y aficionados. En lo que me compete, no me atrevería a tirar la piedra y supongo que habrá muchos que viven del negocio de los toros, que tampoco lo harán.
Estrenamos año. Ojala sea mejor para la fiesta que el pasado. Mucho tendrán que cambiar los taurinos. Seguro que no lo harán.  

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