Hoy domingo, 15 de enero, el matador de toros Diego Silveti hizo su presentación en un nuevo e importante coso de la geografía mexicana: el de Alberto Balderas de Moroleón. Con lleno en los tendidos, y ante una gran expectación, se lidiaron seis toros de Barralva, que, en general, lidió una buena corrida, con la excepción del lote del propio Silveti, que no tuvo ninguna fortuna en el sorteo.
Diego Silveti fue ovacionado tras estoquear a su primero y cortó una oreja del sexto, dentro de una corrida con tintes familiares muy emotivos, ya que hoy se cumplían sesenta y dos años de la alternativa de su abuelo, el que fuera gran figura del toreo Juan Silveti. Precisamente, el primer toro suyo llevó por nombre "Don Juan 62", en honor a la efeméride.
Ese animal tuvo bastantes complicaciones, y salvo un gran quite en el que Diego se echó el capote a la espalda, y con el que levantó a los aficionados de sus asientos, con la muleta se lo puso difícil el toro de Barralva. Desclasado y rajado, Silveti expuso mucho y con mucha sinceridad, hasta ser volteado, por fortuna, sin consecuencias. Su valor y disposición quedaron claramente demostradas. Pinchó antes de una media estocada, y fue ovacionado.
Tampoco le dio muchas facilidades el que hizo sexto pues el animal apenas si quiso seguir la muleta. A pesar de ello, Silveti tiró otra vez de valor y disposición para robarle los muletazos, enterrando el acero de muerte y cortando una merecida oreja que compensó el esfuerzo realizado durante toda la tarde.
El gran triunfador del festejo fue Alejandro Talavante, pues ya con su primero, de no haber fallado con el descabello podría haber cortado alguna oreja. Y las dos y el rabo paseó del cuarto toro, "Rompeteya" de nombre, al que el extremeño cuajó una soberbia faena llena de inspiración y gran toreo. Justos fueron los máximos trofeos. Por su parte, El Payo fue silenciado a la muerte de sus dos toros.
El próximo compromiso de Diego Silveti será el próximo sábado 21 de enero en León, plaza en la que actuará junto a Zotoluco y Sebastián Castella, para lidiar un encierro de Teófilo Gómez.
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