24 octubre 2008

..las charlas con EL BARDO DE LA TAURINA



TOROS GRANDES, JUEZ DELGADO

Vaya trapio que lucieron el pasado domingo los torazos de Santa Maria de Xalpa, que nada mas de admirarlos el juez Eduardo Delgado se desafino y en toda la tarde ya no pudo recuperar la cordura y apantallado por esa alegoría que le provocaron los toros españoles, se dio a repartir flores para Flores, al que le obsequio una peludita y luego a los ganaderos les regalo un indulto, lo cual les permitió llevarse de retache a su toro al Campo Bravo cuando lo conducente era llevárselo al Zoológico de Chapultepec para ahí ser admirado por hermoso, por lo demás subrayar que los picadores en la línea del juez, excedidos, el publico como ya es costumbre se fue a dominguera, otros a Cinemex a ver “Arráncame la vida” ¡Ah! y los toreros, pos el experimentado pasando las de Caín, el guapo luciendo la percha y el joven viendo como el toro le robaba la torta.

SE ACABARON LOS BECERROS

La demanda supero a la oferta y el depredador Eloy Cavazos termino por chuparse todos los becerros que sobre el campo bravo pastaban y ante esa circunstancia el “Gigante Pequeño” se ve obligado a recular y tiene que anunciar que momentáneamente suspenderá su lucradora gira del adiós, hasta que mediante el milagro de los anabólicos le inflen algunos chivos para que venga a cachondearse de la afición capitalina, lo que podría ocurrir en la histórica fecha del aniversario de la hoy plazuela de la Noche Buena, el caso es que mientras eso sucede, Cavazos ya le aviso a su mecenas o será su patrón el desabrido Alejandro Amaya, que será a mediados de noviembre cuando se irán de vacaciones y digo de vacaciones porque de que el abuelo Eloy, que lo es de tres nietos, regresa, es cuestión de tiempo y muy poco habrá de vivir quien no sea testigo de ello, por lo pronto ¡ahí nos vemos huerquito! y que conste que estos garabatos los escribo pa´que luego no digan que ignoro a los toreros pequeños ¡ni que fuera yo tan ojeéis!

ARRANCAME LA VIDA

Con motivo de la historia de amor titulada “Arráncame la vida” los aficionados me han preguntado si este apuesto, tierno, vivaracho y simpaticón personaje que aparece en las pantallas disfrazado bajo el nombre del general Andrés Asencio, esta inspirado en el maldito, sátrapa Maximino Ávila Camacho y de ser así, ¿que tuvo que ver ese poblano que usaba zapatos de charol de colores chillantes y tacón cubano con la Fiesta Brava?, yo creo que si, pues la candida novela esta basada aunque sea levemente en la vida del hermano mayor del llamado “Presidente Caballero” aunque en forma muy tenue y si muy alejada de la realidad, pero no por ello hay que dejar de reconocer que el film tiene pasajes cachóndones dignos de admirarse, como son esas escenas donde se puede gozar a plenitud de los pezoncitos paraditos y achocolatados de Ana Claudia Talancón, que encarna a la antitaurina esposa del Satanás, que fue cacique taurino y en cuyo honor el coso de Insurgentes fue llamado originalmente Monumental Plaza de Toros Maximino Ávila Camacho hoy Plaza México y de cuyos Derechos de Apartados se adueño el que fuera secretario de Comunicaciones y quién tomara posesión del cargo a punta de metralletas Thomson, por otro lado se sabe que enfrento a Lorenzo Garza y a Luís Castro “El Soldado” quienes en alguna ocasión vivieron la aventura del uno salir en la cajuela del carro del otro, hasta rebasar los limites del estado de Puebla, pues Maximino amenazó con apuntillar al regio por motivos del brindis que este le hizo a una buñi, que acompañaba al político en la plaza y a la que el torero tacho públicamente de suripanta y ya que hablo de majas hay que decir que Maximino, a quien se involucro con en la muerte de Lucha Reyes, también escandalizo con los amoríos que mantuvo con la bailadora flamenca Conchita Martínez, a cuyo marido desterró a madrazos eso aparte de otros amarres, como el equino que tuvo con una rejoneadora, la que terminó por jalarle la brida, bueno ese es el personaje que una noche en casa de su “querida” se emborracho con Cantinflas, al día siguiente ligo otro guateque y de ahí cuenta la leyenda que cargado de arsénico, que un piadoso samaritano le puso en las botas de montar se fue sin escalas al infierno, Maximino personaje siniestro en cuyo honor y recuerdo, la calle norte de la Plaza México, lleva su nombre.


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